PUBLICADO EL 30/03/2015

Las Mil y Una Noches: las claves de un éxito

Concept Media elaboró un informe a partir del análisis de la evolución de sus ratings, una investigación cualitativa con entrevistas on line a televidentes, y el análisis de comentarios sobre la novela publicados en diferentes foros

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Portada de Las Mil y Una Noches: las claves de un éxito

Según el informe, la novela turca revolucionó la TV argentina de verano. Combinando los elementos clásicos de la novela tradicional con las costumbres y cultura turca, Las mil y una noches se convirtió rápidamente en el programa más visto del país.

Desde que comenzó a emitirse, en los primeros días de enero, el éxito de la novela sorprendió a todos. Tal es así que Canal 13 decidió cederle su horario estrella de las 22, inicialmente pensado para Día & Noche, la novela de Pol-Ka. Las mujeres constituyen el principal público de la novela (11,89 puntos de rating), que en sus primeros dos meses al aire tuvo un rating promedio de 17,24 puntos.

Cuando preguntaron a las televidentes sobre los motivos de su preferencia, las razones que dan para describir el particular atractivo de la telenovela se agrupan alrededor de tres ejes: el exotismo, la estructura “clásica” de la telenovela, y las relaciones entre los sexos.

El “exotismo cercano”

Las entrevistadas plantearon como principal motivo de elección la singularidad del producto: “es una novela muy atractiva e interesante para ver”, “me gusta el aspecto costumbrista de esta serie”, “me gusta mucho que muestren la cultura y paisajes de Turquía”, “los escenarios exteriores son de gran belleza, “me atrapó desde un comienzo, por mostrar la geografía y vistas de la ciudad, la cultura, las costumbres y arquitectura”, fueron algunos de los comentarios recurrentes. Incluso a través de pequeños detalles como las comidas –la tradicional sopa de yogur, las bebidas a base de anís-, las locaciones y los nombres de los personajes, la novela permite al espectador local asomarse a una cultura diferente.

Desde una perspectiva europea, ya desde el siglo XVIII las referencias a “lo turco” tienen como objetivo plantear un contexto cultural exótico. Pero se trata de un exotismo moderado: tiene la propiedad de ser suficientemente cercano a nuestro propio marco de referencia como para no resultarnos ajeno, y a la vez se percibe como diferente, generando un efecto de distanciamiento. En Las mil y una noches los personajes se mueven en situaciones que nos resultan reconocibles -despliegue de atributos de riqueza y poder, autos de alta gama, mansiones suntuosas-, pero los pequeños apuntes cotidianos y las interacciones entre los personajes nos dejan ver una cultura distinta a la nuestra.

Este distanciamiento también permite una mirada fresca que se centra en la trama de la novela. Como planteó una de las entrevistadas “las producciones de nuestro país son siempre con los mismos actores, que hacen personajes siempre parecidos”. Pareciera que una de las claves del interés despertado por la novela se cifra en esta posibilidad de alejarnos, por un momento, de lo demasiado conocido y cercano.

Una telenovela clásica

Alejarnos de lo cotidiano, sí. Pero, ¿para contarnos qué historia? Una de las entrevistadas destaca positivamente que “Las mil y una noches sigue con la misma trama de novela. Hay otras que empiezan como novelas, después siguen como comedia, pasan por policial, mezclan a medida que van teniendo más éxito y se pierde el contenido”. A diferencia de muchas tiras locales, más cercanas al thriller erótico, la novela turca mantiene su eje en una historia de amor, donde los protagonistas se quieren, se separan y se vuelven a unir impulsados por las pasiones y los golpes del destino. Las vistas de Estambul, esa ciudad-puente encabalgada entre dos continentes, funcionan como perfecta metáfora de esta tensión entre separar y mantener unido, que permanentemente acosa a los protagonistas.

El ritmo narrativo de la novela es otro punto que ha sido objeto de debate. Incluso, es uno de los principales motivos de rechazo mencionados por quienes no siguen la tira, aunque también merece objeciones de sus fieles. “Muchas veces no me gusta que sean tan lentas las situaciones”, ”¡es lenta! … aunque a pesar de eso sigo mirándola para ver si mejora.” Pero esta morosidad es también un aspecto valorado por muchos: “es distinta a las que vemos en Argentina, tiene otra cultura y tiempos”, “resalta mucho las miradas y gestos”. También la música es mencionada entre los elementos valiosos y atractivos de la tira: “es increíble, contribuye fuertemente a la emoción que provoca la historia y ayuda a que nos enganchemos”.

Precisamente, la indagación sobre estos dos elementos que mencionan las entrevistadas -el ritmo narrativo y la música-, condujo a un análisis del montaje de varios capítulos de la novela. Resulta notorio que la música está utilizada como elemento de continuidad, manteniendo su presencia y desarrollo a través de diferentes escenas e incluso secuencias. La banda sonora establece una pulsación regular y uniforme, que se mantiene estable a lo largo de la narración, resultando en un efecto sedante, tranquilizador e hipnótico, por su ritmo sostenido y permanente, que contrapesa las tensiones y conflictos planteados por la trama. Algo muy diferente de las ficciones locales, que utilizan los permanentes cambios de ritmo para subrayar los efectos dramáticos y extremar la tensión narrativa.

Las relaciones entre sexos

A propósito de “Las mil y una noches” se han planteado controversias fuertemente ideologizadas, en las que se ha acusado a la novela de intentar legitimar una sociedad machista y patriarcal. Sin embargo, es notorio que la rigidez del marco social en el que se desarrolla la serie contribuye a destacar la figura de los personajes que cuestionan los roles establecidos y se animan a un destino distinto, desafiando los fuertes condicionantes culturales.

Aunque también resulta evidente que las televidentes fieles valorizan en particular algunos aspectos que podrían considerarse conservadores. “En las escenas de amor no es necesario mostrar, ya que con insinuar es suficiente”, “esto prueba que una serie o novela puede ser exitosa sin necesidad de golpes bajos, desnudos, malas palabras...”, “también lo que me atrae de esta producción turca es que no gritan como en las de acá...” Estos comentarios evidencian cierto agotamiento de un segmento de la teleaudiencia frente a la crudeza de las situaciones habituales en otras tiras, y el deseo de una visión romántica e idealizada de las relaciones entre hombres y mujeres. Una visión que pueda ser compartida con el resto de los miembros de la familia, como destacan y valoran muchas de las entrevistadas: “Me encanta la novela, no puedo dejar de verla y pido atención al resto de la familia al momento de mirarla”, “si bien es horario de protección al menor, ahora los chicos miran más TV”, “es la primera vez que mi marido se engancha con una novela, y podemos mirarla juntos”.

Los turcos somos nosotros

Como todo fenómeno mediático, Las mil y una noches expresa al emisor del mensaje, pero también habla de quienes lo reciben. A partir de los elementos analizados previamente podemos inferir algunas claves sobre la sociedad argentina o, al menos, sobre un segmento significativo cuantitativamente -a juzgar por los ratings-.

Este segmento valora positivamente la visión de una sociedad donde se exprese una normativa: reglas claras y de aceptación generalizada que ordenen las relaciones interpersonales en un marco de recato y respeto. A la vez, se aprecia fuertemente que la expresión de los conflictos –necesarios para el desarrollo narrativo- se mantenga dentro de un marco contenido, sin potenciarlos hasta extremos trágicos.

En último análisis, podemos percibir que este segmento de televidentes está evidenciando una latente demanda social. Cierta fatiga ante los enfrentamientos expresados con tensión excesiva, y una fuerte valoración del amor romántico –en cuanto entrega abnegada y olvido de sí mismo- como camino para la superación de los conflictos.

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